En el Día Mundial del asma respiratoria, el alergista Dr. Alejandro Berardi habló de los síntomas para detectar la enfermedad y sus tratamientos. La mayoría de los casos es leve o moderada por lo cual, quienes la padecen se van acostumbrando.
El asma es una enfermedad respiratoria crónica que puede afectar a personas de todas las edades y que se manifiesta por la inflamación y el estrechamiento de las vías respiratorias pequeñas de los pulmones.
El alergista Alejandro Berardi señaló que el Día Mundial del Asma es una jornada de concientización porque el asma es una enfermedad prevalente en la sociedad, muy frecuente, como la diabetes o hipertensión.
"En el 70 por ciento de los casos, es leve o moderada, por lo tanto los pacientes menosprecian los síntomas o se van acostumbrando porque lo padecen desde chicos", dijo el médico.
Como dato, Berardi dijo que en un 80 por ciento de los casos, tiene un componente alérgico, especialmente durante la infancia.
Los síntomas del asma varían según el paciente, pueden fluctuar con el tiempo y empeorar en contextos específicos, como la noche o durante el ejercicio físico.
Los más frecuentes son la tos persistente, especialmente por la noche; sibilancias al exhalar y, a veces, al inhalar; dificultad para respirar o falta de aire incluso en reposo; y opresión en el pecho, lo que dificulta respirar profundamente.
Los desencadenantes pueden incluir desde infecciones virales respiratorias, el aire frío o el ejercicio físico hasta alérgenos como el polvo, el polen, el moho, los pelos de animales o determinados químicos presentes en productos de limpieza o en ambientes laborales.
En cuanto a las causas, si bien no existe un único origen, sí se reconocen múltiples factores de riesgo. La herencia genética y la presencia de otras enfermedades alérgicas (como la rinitis o el eccema), aumentan la probabilidad de desarrollar asma. También existe una mayor prevalencia en personas con sobrepeso u obesidad.
Además de los desencadenantes ya mencionados, existen otros factores frecuentes que pueden precipitar una crisis asmática, entre ellos los irritantes químicos como perfumes fuertes, aerosoles o sprays, el humo del cigarrillo, y la contaminación ambiental.
También pueden influir los factores emocionales, como el estrés, la risa o el llanto, así como los cambios bruscos de temperatura o la exposición al aire frío. Estos elementos amplían el espectro de cuidados que las personas asmáticas deben tener en cuenta en su vida cotidiana.
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